viernes, 5 de septiembre de 2008

hambre

Llegando a la escuela de madrugada, sin el desayuno suficiente para la energía necesaria en la jornada.

Todos los amigos se regalan una sonrisa, como un canto inocente de fugaz alegría...

Los regalos de los árboles endulzan los labios como manjar fresco, no hace falta abrigo, no hace falta nada, la naturaleza humedece el viento con gotas evaporadas.

La lluvia motiva a jugar en el monte, persiguiendo gallinas o a un saltamonte, corriendo de prisa sincronizando las piernas, con barriguitas hinchadas y piececitos callosos.

Una caricia, un abrazo no es común para ellos, con hambre de amor, cariño y consuelo.

Eso sí, son mas fuertes que los serafines del cemento, porque aprenden a luchar sin sufrimiento, el instinto persiste, el cuerpo crece y el amor va desapareciendo....

Su risa se siente en el alma, juegan con la red, con el árbol y con los animales, corren hacia el río y se sumergen como peces bocachica...

Fluyen con el agua, juegan con la música de la luna, se alimentan del maíz y de la yuca, recobrando su energía vital para la danza con la naturaleza...